Cuando una empresa muere no hay esquela, ni obituarios. No existe un sitio donde dejar condolencias, una flores o unas palabras. La empresas como los entes vivos nacen, se desarrollan y sin hablar mucho del final  mueren.

Allí quedan las acciones comerciales, los proyectos, las facturas impagadas, las ventas del día a día, el teléfono, los compañeros de trabajo, las llaves para abrir la puerta, el pedido colgado, los apretones de manos, el almacén, los cientos de sonrisas, los catálogos, la ilusiones, el esfuerzo, tantas historias…. Al final todos se desvanece y se convierte en polvo de estrellas.

Una mayoría mueren en  una lenta agonía donde poco a poco se van quedando solas, dejadas por los proveedores, clientes y empleados a la suerte de la muerte del pobre. Algunas se decantan por esa desquiciada  ley concursal que te reviste por fuera y te desnuda por dentro.

La gran mayoría se van sin tan solo despedirse, no saben cerrar ni lanzar un último suspiro, no reciben una extremaunción para que puedan ir al cielo  de las empresas buenas, llegan tan extenuadas a su final que no llegan a apagar  la luz  porque se la corta la compañía eléctrica. No hay fuerza ni para un adiós.

Por eso de las muchas empresas despedidas, en esta pandemia de cierre empresarial que vivimos sin que la OMS haya sacado vacuna alguna , solo he recibido una carta de despedida. Me pilla por sorpresa no sé que decir. Acostumbrado a la muerte en soledad esta carta de despedida me ayuda a reflexionar y sobretodo me hace averiguar a quien tengo que dar el pésame:

“Estimado país le acompaño en el sentimiento”

Porque cada empresa que cierra deja al país más pobre de eso no les quepa la menor duda. Sin mas le dejo con la carta de una empresa con la que empecé a colaborar hace más de 20 años….

(En la presente carta se ha eliminado nombres propios y comerciales)

Apreciados amigos, agentes, clientes y colaboradores:

Me permito escribiros estas líneas para informaros que estamos en la recta final.

Lo hemos intentado de todas las maneras posibles, hemos reducido la estructura adaptando los costes a la facturación real que teníamos, hemos entrado y salido de un concurso de acreedores, hemos remodelado el negocio, las líneas de producto y otros aspectos internos de la compañía y, el resultado final, penoso porque es lo que está pasando en muchas empresas del país, es que tenemos pedidos que no podemos atender porque no podemos disponer de los recursos necesarios para comprar.

De aquí a septiembre, cerraremos y de hecho, a partir de mañana el personal que quedaba en la empresa se verá obligado a dejar su puesto de trabajo.

No tengo ninguna queja de haber trabajado con vosotros, a pesar de todas las dificultades en que nos hemos movido durante este tiempo y espero y deseo que vosotros podáis entender que no haya podido atender adecuadamente vuestras necesidades, a pesar de haberlo intentado reiteradamente.

Aquí tenéis mi correo personal y la gran mayoría de vosotros tenéis también mi móvil, que seguramente seguiré manteniendo particularmente.

Os / nos deseo que este momento de mercado y de país, en algún momento, empiece a ver una luz más clara que la actual y todos podamos beneficiarnos laboralmente de ello, y os pido disculpas por los malentendidos que se hayan podido producir en el curso de nuestra relación profesional.

Un cordial saludo y buenas vacaciones,