Todo vivimos con lo avatares del destino. Sin darnos cuenta nos adaptamos a la tendencias y usos de nuestro ambiente. Somos tan flexible los seres humanos. Esto también implica ,por supuesto, nuestro hábitos de consumo.

 

Hace mas de 12 años del inicio de la crisis económica, en los tiempos previos el consumidor gozaba alardeando del precio “alto” que había pagado por su coche, su casa, un mueble o una obra de arte. Ese mismo consumidor pos-crisis alardea de lo barato que a comprado esto o aquello. Y todos hemos entrado en un espiral de precio bajo liderados por la grandes superficies y el comercio online.

Y el gran problema de querer ofrecer el precio más bajo está en que lo sufre el producto. Este cada días se estandariza más y se rebaja su calidades y prestaciones para que el cliente tenga su precio más bajo.

 

Aparte damos la sensación a nuestro cliente que vaya donde vaya todo es igual.

 

Estamos ante la necesidad imperiosa de romper ese circulo vicioso. Más si cabe si somos una empresa pequeña o mediana compitiendo con gigantes.

Tenemos que hacer entender a nuestros clientes que comprar por precio va en contra de sus intereses. Un producto barato posiblemente no se adapte bien a sus necesidades. Un producto barato se amortiza mal. Un producto barato no satisface , no es importante

El producto redondo es el singular, el adaptado a la necesidades del cliente, el que tiene una calidad que permita que se amortice y que cumpla la expectativa real y futura de consumidor.

 

Lo importante no es el precio sino el producto singular