Relato de la pandemia. Publicación original marzo 2009. Un años y medio después de su inicio.
Setiembre 2010 la infección parece controlada, pero no se descarta nuevos focos…….
Noviembre 2011, puro espejismo, mirando atrás parece mentiras que no se hayan tomado medidas, y ahora viene un invierno crudo, muy crudo…..
Había algo que me preocupaba. Llevaba tiempo detectando esa irregularidad. Empresas que no pagaban, que pasaban lo meses y todavía estaban allí.
Explicaban que sus clientes no atendían los pagarés, que su banco de toda la vida le había cerrado el crédito y por ésas a su vez tampoco pagaban a los proveedores. Empresas que poco después dejan de pagar a sus trabajadores, sus impuestos,… Poco a poco se morían, pero seguían abiertas.
La verdad es que para cerrar una empresa también hace falta tener caja. Cerrar dignamente, morir dignamente cuesta mucho dinero. Para pagar indemnizaciones, liquidar deudas y préstamos hace falta recursos. Y cuando no hay, las empresas se quedan en un extraño estadio entre la vida y la muerte. Se convierten en empresas zombis. Empresas sin capacidad de maniobra que siguen coleando y con mucha hambre.
En el sector de la construcción esta epidemia se ha cebado especialmente. Hay un gran número de medianas y pequeñas empresas literalmente ahogadas por la situación concursal o por la quiebra de grandes constructoras y promotoras. Liquidadas por la retirada de crédito de los bancos . También rematadas por las propias administraciones en su visceral y sancionadora forma de cobro acompañada de su poco solidaria y larga forma de pago.
YO CAMINÉ CON UN ZOMBI
Para un empresario es un paisaje de pesadilla. Ver cómo clientes e incluso proveedores se convierten en muertos vivientes. Son fáciles de distinguir: llevan claramente marcadas las cicatrices del registro de impago, grandes zarpazos en forma de notificaciones de embargo por parte de Hacienda y ponen los ojos fuera de órbita cuando preguntas por un giro al banco de unas facturas inexistentes. Están hambrientas de algún efectivo, un activo líquido que echarse a la boca.
Sí, esta situación pone el vello de punta sobre todo cuando sabemos que el riesgo de infección es grande. Ninguna empresa, por saneada que esté, se encuentra libre de esta maldición en un mercado tan inestable como el actual. Cualquier empresa puede caer en esa pesadilla.
AMANECER ZOMBI
¿Hay esperanza para estas empresas?
En el contexto que nos movemos las empresas zombis no aparecen en ninguna estadísticas. Nadie echa cuentas de ellas. No están en los listados de quiebra ni en los de situación concursal. Para las autoridades económicas están vivas y coleando. El tejido necrótico se va a seguir extendiendo mientras se mantenga la asfixia financiera. La profundidad de esta infección será directamente proporcional a la duración de la actual paralización bancaria. Poderosas empresas como las promotoras se podrán costear uno de esos tratamientos tan caros que vende la banca a costa de entregar sus riquezas. Pero las pequeñas y medianas empresas, buenas o malas, están encerradas en el corralito financiero donde la falta de espacio y aire hace que la epidemia se extienda como un reguero de pólvora. Exactamente suena a eso, a un guión de cine de película de terror de serie B.
El trabajar a brazo partido, el sentido de la heroicidad, de la oportunidad, de innovar y cambiar el chip porque estamos en un mundo nuevo podría salvar a algunas de estas empresas. Además de contar con la diosa Fortuna que no está de más. La muerte por inanición es larga y dolorosa. El final, la liquidación por orden judicial, la quiebra también prolongará esta agonía debido al colapso de los juzgados mercantiles.
En la medida de lo posible debemos colaborar entre todos en esta nueva situación, ayudar a salvar a quien podamos. Eso sí, tengan cuidado por si un zombi le pega un bocado. Esa herida puede terminar muy mal. The end.
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